¿Qué es la autoestima?
Empecemos explicando que la autoestima no es un sentimiento ni una pensamiento, es la experiencia de vivirte con auto competencia –con capacidades y recursos para afrontar los desafíos que la vida te presenta- y con auto valía –como alguien merecedor de amor, cuidado y atención.
¿Qué es el apego?
Los seres humanos somos seres gregarios, es decir, requerimos de los demás y además para sentirnos seguros nos apegamos y creamos vínculos que nos generan una sensación de pertenencia y seguridad. Nuestro sistema de apego consiste en un cúmulo de emociones y conductas que nos impulsan a querer permanecer justo a nuestros seres queridos para que nos proporciones protección, afecto y seguridad.
Nuestro estilo de apegarnos a una pareja.
Todo nuevo amor es un amor antiguo, porque correlaciona importantemente con nuestra primera relación de amor –o desamor – que es la que tuvimos con nuestros cuidadores primarios, generalmente nuestros padres. Este vínculo primigenio influirá nuestra forma de amar en la edad adulta. ¿Necesitaremos demasiado amor? ¿Temeremos la distancia y la separación? ¿Nos confundiremos fácilmente entre la experiencia de amor y abuso? O más aún ¿Nos adaptaremos a relaciones que entremezclan el amor y el abuso?
La pareja y la autoestima.
Existen relaciones que aunque nos den seguridad y sensación de ser amados también incluyen comportamientos poco empáticos, conductas desdeñosas, escasas muestras de cariño y ocasionales demostraciones de preocupación por nuestro bienestar. En estos intercambios, alguno de los miembros se interesa por controlar al otro y de esa manera sentirse seguro de no perderlo, de no sentirse amenazado por sus competencias, de ser “más” y destacar a costa de su bienestar emocional.
Acciones que atentan contra tu autoestima.
Gritos en público o en privado.
Amenazas contra ti, tus seres queridos o tus propiedades.
Burlas, sarcasmos e ironías lastimosas sobre tu aspecto, hobbies, amistades o trabajo, incluso haciéndote blanco de “chistes” para que otros se rían de ti.
Te interrumpe y corrige cuando hablas. Incluso no te deja hablar de lo que a ti te interesa.
Críticas sobre tu físico, tu forma de vestir, de hablar, de caminar…
No llega a acuerdos contigo sino los impone.
Mentiras y manipulaciones.
Minimización e invisibilización de tus sentimientos, deseos o puntos de vista. Cuando deseas platicar evade diciendo que no tiene tiempo o cambia rápidamente de conversación.
Te cela con persecuciones, reclamos, preguntas inquisitivas y reclamos.
Te culpa de sus malestares y errores.
Te voltea las cosas cuando tú eres quien reclama algo.
Condiciona su amor y su permanencia en la relación si eres de la forma que desea y haces lo que necesita.
Distanciamiento físico y sexual porque ya no le atraes, o bien forzamiento a realizar conductas sexuales o actividades que no te gustan.
Estas formas de actuar, ya sean más o menos explicitas y burdas, son todas acciones humillantes que te hacen dudar de tus capacidades y competencias, y te hacen sentir in merecedor de amor y respeto. Bajan la seguridad personal y por tanto la autoestima.
¿Qué efectos generan en ti para detectarlo a tiempo?
Confusión de tener razón en enojarte o exagerar.
Intranquilidad y estrés permanente.
Miedo de pedir algo o decir lo que sientes.
Echarle más ganas y hacer lo que te piden para agradar.
Pasmarte y no responder ante sus quejas.
Dar muchas explicaciones y justificaciones de lo que quieres o te gusta para que no se enoje.
Pedirle permiso para hacer lo que deseas o necesitas.
Pedir perdón constante por “errores” que no llegan ni a serlo.
Sentirte culpable y responsable de que lo perturbas.
Dejar de realizar cosas que te gustaban para no crear conflictos.
Te aislas para no darle motivos de queja.
Empiezas a sentirte con mucho enojo, tristeza incluso depresión.
Al final todo esto genera una sensación de desvalimiento e impotencia que te dificulta cambiar la situación. La sensación de minusvalía e incompetencia se ha apoderado de ti.
¿Cómo salir del hoyo?
Darte cuenta que sí estás en situación de riesgo.
Reconocer las situaciones que te llevaron a confundirte. Ver el amor como tu proyecto de vida, pensar que nadie más te va a querer, urgencia de tener pareja, ser satélite de las necesidades de los demás.
Fortalecer tus redes de apoyo. Recuperar los amigos y familiares que dejaste.
Asegurarte una independencia económica. Esta además de resolver muchas cosas te facilita tu autonomía emocional que es la legitimización de tus necesidades, deseos, intereses y valores.
Resistirte al sometimiento. Realizar pequeñas acciones de resistencia y para detener el mal trato a ver si la otra persona sí reacciona.
Y si nada cambia. Pedir ayuda psicológica y si es necesario legal. Para dejar esa relación